Bajo La Rosa

Por Jorge A. Rosas / jorge.rosas.cuenca@gmail.com

En la antigua Roma, cuando había una reunión y en la puerta de la entrada se colgaba una rosa, los temas tratados eran confidenciales. (sub rosae)

  • Hasta siempre “Jefe” y maestro del Derecho Electoral.
  • El PRI que necesita hoy el Estado de México, es el partido de los Soto, de los Valladolid, de los Plata, de los Mondragón, de los Vázquez, de los Hernández, de los Herrera, de los Monroy, de los Fuentes, de los Tinoco.

La palabra jefe suele tener muchas connotaciones, pero pocas, muy pocas veces se convierte en sinónimo de grandeza, respeto, gratitud y cariño.

Solemos decirla muchas veces a lo largo de nuestra vida, y la aplicamos igual para quien tiene un mayor cargo jerárquico que nosotros en nuestro espacio laboral, e incluso la asociamos más a sinónimo de autoridad y no de liderazgo.

Desde hace 15 años, cuando lo conocí por primera vez en los pasillos cercanos a su oficina, esa palabra cobró otro sentido cuando alguien se refería a él.

Persona afable, sencilla, siempre con una palabra que provocaba la sonrisa franca aun cuando sus largos horarios laborales eran mil veces más intensos que los de un médico residente en el área de urgencias del único hospital del municipio.

Lo conocí construyendo y defendiendo triunfos, haciendo escuela, enseñando los grandes secretos que encierra la ciencia del Derecho Electoral, esa que se aprende viviéndola y cimentándola de acuerdo a los nuevos tiempos políticos y ordenamientos legales, y que le dio fama y le ganó el reconocimiento aún en otros partidos políticos.

Hace 6 años, siendo ya mi amigo, se convirtió también en mi maestro de esa ciencia, al igual que lo fue de cientos de abogados que hoy ejercen en los órganos electorales o en oficinas de gobierno en los más sencillos o altos cargos.

Al no ser mi formación legal, y tener ya que ocupar un cargo de representación ante el Instituto Electoral del Estado de México, su teléfono y su oficina siempre estuvieron abiertos para atender a mi ignorancia.

Ahí estaba, siempre disponible el “Jefe” Tinoco, ya fuera para una consulta en la materia en la que fue experto como pocos, o simplemente para atender el saludo.

Hombre institucional, de partido, de esos que hacen seguir creyendo en la ideología y en las instituciones.

Muchos de los que hoy gobiernan o han detentado algún cargo de elección popular le deben una parte de esos cargos a quien desde el escritorio, hacía valer y defendía cada uno de los votos que se depositaban en la urna.

Pero este sábado, recibí la triste noticia, el “Jefe” Víctor Manuel Tinoco ya no estaría.

Decirle adiós a un amigo, siempre es difícil, sobre todo cuando se convierte en maestro y en sinónimo de una institución.

Hoy que el PRI enfrenta la peor crisis de su historia, hará más falta que nunca.

El PRI que viene, ha perdido desde este sábado un maestro, pero sobre todo a un militante convencido e institucional de aquél PRI que conocí hace más de 15 años.

No el PRI de los apellidos de abolengo o de la “clase política” que toma su nombre una vez que la militancia, como él, construye y defiende sus triunfos electorales dando su vida por el partido.

Ese el PRI que necesita hoy el Estado de México, el partido de los Soto, de los Valladolid, de los Plata, de los Mondragón, de los Vázquez, de los Hernández, de los Herrera, de los Monroy, de los Fuentes, de los Tinoco, y de tantos apellidos más de la militancia que da vida y fuerza a una siglas, y que en muchas ocasiones, nunca han ocupado u ocuparán un cargo de elección popular.

El PRI si quiere seguir vivo, no puede seguir haciendo “militantes convencidos” de su ideología una vez que cobran su primera quincena o que llegan al Directivo Estatal siguiendo “proyectos personales”, que concluyen cuando quien los invita a cargos de dirección, termina su ciclo laboral.

Su adiós, fue doloroso, pero sin duda, como dijo un amigo, fue un ejercicio de unidad que congregó a la verdadera militancia de todo el Estado de México, algo que hace tiempo no pasaba, ni siquiera en un Consejo Político Estatal.

Desde aquí, mi abrazo cariñoso a su familia, y mi solidaridad a quienes fueron testigos de su amistad.

Tip:

“Hagamos lo que debemos, aunque debamos lo que hagamos.”

Hasta siempre Jefe Tinoco, lo vamos a extrañar.