
En la Universidad Autónoma del Estado de México ya se lograron muchas cosas: renunció el rector, se cayó la candidata oficial, se nombró un encargado y hasta hubo descuentos del 10% como gesto heroico hacia la gratuidad. Pero el paso más importante, el único que de verdad interesa a miles de estudiantes y padres de familia, sigue brillando por su ausencia: levantar el paro, salvar el semestre y garantizar los certificados.
Sí, aunque usted no lo crea, seguimos atorados. Marchas van, diálogos vienen, comisiones se reúnen, redactan, amplían fechas, y mientras tanto, los jóvenes siguen sin saber si van a perder el semestre, si van a titularse o si su certificado de prepa llegará a tiempo para ingresar a la universidad. Pero eso sí: el diálogo avanza… como si de eso viviera la comunidad estudiantil.
Esta semana se llevó a cabo la primera mesa de diálogo para la reforma entre el Enjambre Estudiantil Unificado (EEU) y las comisiones del H. Consejo Universitario. Diez horas de discusión. Diez. ¿Y qué lograron? Bueno, acordaron ampliar el periodo de consulta de la Reforma al Estatuto Universitario hasta el 25 de junio. Una gran noticia… si no fuera porque el semestre creo que terminaba antes.
Mientras tanto, el señor Isidro Rogel, todavía encargado de despacho —aunque ya parece un florero institucional— fue captado durmiendo plácidamente en plena sesión, o quizá fingiendo un momento de “reflexión profunda”, que es como ahora llaman al bostezo sostenido con ojos cerrados.
Lo cierto es que mientras se duerme la reflexión, se duerme también la responsabilidad. Porque el paro no es solo un estandarte político, es una bomba de tiempo académica. Las consecuencias no van a pegarle ni a Rogel ni a Barrera ni a sus amigos: les va a reventar en la cara a las y los estudiantes.
Y si esta historia quiere tener un cierre digno, no solo se necesita que se levante el paro YA, sino también coronar esta tragicomedia con una buena auditoría. Porque lo que se juega aquí no es solo el presente educativo, sino décadas de privilegios enquistados, de redes oscuras de poder y de presupuestos que se han manejado con más opacidad que los sobres de una licitación amañada.
¿Quién puede hacer esa auditoría? Que lo decida la ley: puede ser el órgano de control interno de la UAEMéx, o el OSFEM, brazo técnico de la Legislatura mexiquense. Pero tiene que hacerse. Porque si algo nos ha demostrado esta crisis, es que las viejas prácticas siguen vivitas y coleando, y las nuevas autoridades —si es que llegan— no pueden iniciar de rodillas.
En resumen: ya dialogaron, ya reformaron, ya reflexionaron (unos más horizontalmente que otros).
Ahora toca actuar. Levantar el paro, salvar el semestre y limpiar la casa.
Y si hay que despertarlos con un megáfono, pues se hace. Porque lo que no puede seguir dormido es el derecho de los estudiantes a estudiar.