ELECCIÓN JUDICIAL: UN PEQUEÑO PASO, UN GRAN CORAJE PARA LA OPOSICIÓN


Por Julio Requena

La elección judicial, esa consulta “menor” según los opinadores de siempre, resultó ser más grande de lo que muchos esperaban. Y no hablo solo de resultados políticos, sino del ruido que generó en los rincones más ruidosos —y a la vez más vacíos— de la oposición mexicana.

A pesar de las campañas de miedo, las arengas contra el “autoritarismo populista”, y los llamados a no votar (porque ya de plano no saben ni cómo oponerse), la participación ciudadana en este proceso alcanzó un nivel que, para tratarse de un ejercicio democrático inicial, fue mayor que el de la consulta para juzgar a los expresidentes. Casi el 13% de los ciudadanos manifestaron su interés en opinar sobre un tema que durante décadas estuvo reservado a cúpulas, pactos en lo oscurito y negociaciones de toga y birrete.

El punto fue encender la mecha de una transformación: que el pueblo tenga voz en la elección de quienes imparten justicia. Y ese solo hecho les retuerce el hígado a quienes han usado el Poder Judicial como un escudo de privilegios, no como instrumento de justicia. Recordemos recientemente el caso de César Duarte y su presa privada.

Los números podrán parecer pequeños a los que solo creen en las masas cuando marchan vestidos de blanco, pero para el contexto y las condiciones del ejercicio, fue un paso gigantesco. Lo suficiente como para que en las oficinas del PRIAN-PRD-empresariado-conservador se escucharan crujir los dientes de la frustración. Y no es para menos: les volvió a salir el tiro por la culata.

Porque así como en los clásicos de El Correcaminos, la oposición vuelve a ser ese Coyote que lo intenta todo —dinamita, trampas, discursos de “salvemos la democracia”— pero termina con la cara estampada contra la pared. No importa cuántas conferencias de prensa den, cuántos tuits escriban o cuántas veces repitan la palabra “dictadura”; la realidad es que el pueblo ya no compra su discurso oxidado.

Mientras ellos se desgarran las vestiduras porque el pueblo empieza a tomar en serio la idea de elegir jueces y ministros, la ciudadanía da señales de que quiere más democracia, no menos. Que prefiere opinar en las urnas antes que esperar órdenes desde una sala de juntas o un editorial de periódico. Y eso, claro, les incomoda profundamente. Porque el México del dedazo, de los favores judiciales, del amparo selectivo y la justicia VIP, se les está yendo de las manos.

¿Querían participación democrática? Pues ahí la tienen, aunque les duela. ¿Querían que la gente opinara? Ya lo hizo, y no con marchas llenas de influencers de la derecha, sino con votos, con presencia.

La consulta sobre la elección judicial no fue el gran evento del siglo, claro que no. Pero fue una señal clara: el pueblo está listo para decidir también sobre los que imparten justicia. Y como en los dibujos animados, la historia se repite: mientras el Correcaminos avanza a toda velocidad, la oposición sigue armando trampas que solo explotan en su propia cara.

¡Pip pip!

Por cierto, ¿alguien sabe cuántos ministros, jueces o magistrados fueron a marchar contra la elección judicial? Porque mucho discurso sobre la “independencia judicial”, pero muy poco rostro visible de esa élite que se dice “perseguida”.

Lo que sí vimos fueron políticos reciclados, empresarios con nostalgia del viejo régimen, opinólogos de televisión y uno que otro exfuncionario con miedo a que la justicia ahora sí funcione. Vamos, hasta parecía reunión de exalumnos del PRIAN, con el mismo guion de siempre: que si la dictadura, que si el populismo, que si el “peligro para México”… ya solo faltó que cantaran el himno de Televisa.

La realidad es que, mientras ellos marchaban con más pena que gloria, el pueblo votaba por más transformación. El país les dio la espalda no una, sino varias veces. Y ahora, frente a la elección del Poder Judicial, ya no les queda más que simular una resistencia que nadie toma en serio.

¿Quieren defender al Poder Judicial? Que empiecen por explicar cómo es que tantos jueces protegen a criminales de cuello blanco y cómo se enriquecen sin rendir cuentas a nadie. ¿Quieren una justicia imparcial? Pues que empiecen por permitir que el pueblo participe en su diseño y vigilancia. Porque si algo nos ha enseñado la historia reciente, es que cuando el pueblo vota, el viejo régimen tiembla… y organiza marchas ridículas para intentar que todo siga igual.

Spoiler: ya no va a pasar.