Reforma Educativa: la lucha no es en las calles

DSCF0723En estas últimas semanas, los ciudadanos hemos visto y a veces hemos tenido que padecer las marchas magisteriales demandando dar marcha atrás a la Reforma Educativa, a la evaluación y a todo lo que les ha comenzado a molestar sobre los nuevos tiempos que les han impuesto a los profesores tanto federales como estatales.
Hoy, dicen, están luchando por echar abajo la reforma educativa aprobada el año pasado, cosa que no pudieron en su momento las movilizaciones en el Distrito Federal, las manifestaciones en San Lázaro para que los legisladores votarán diferente la propuesta presidencial que supuestamente era la ‘panacea’ y no resulto más que una reforma laboral para el magisterio, porque nunca se habló de mejorar ni los planes ni los programas escolares y mucho menos las condiciones mínimas para poder tener escuelas dignas.
Simplemente se limitó aprobar la evaluación, los métodos de evaluación, la creación del INEE y todo lo que fuera EVALUACIÓN y sanción, por eso es que la disidencia esgrime que la reforma es punitiva.
Pero se equivoca la disidencia una vez más en sus métodos de lucha, primero atacando a sus sindicatos supuestamente para exigirles que los apoyen, pero los tachan de ‘vendidos’ indicando que cambiaron su silencio por una diputación local, cosa que es falso, pues tanto Héctor Ulises Castro Gonzaga en el SMSEM, como Gustavo Michua y Michua en la sección 17, Valle de Toluca y Héctor Animas Vargas en la sección 36, Valle de México, ninguno ocupará un escaño en la Legislatura mexiquense o federal.
El hecho de que estos dirigentes no ocupen una diputación es de lamentar pues si eso fuera la disidencia si tendría razón para presionarlos.
Por qué? Porque la contrareforma educativa o darle marcha atrás a la Reforma Educativa –que quede claro- solo se puede desde el poder legislativo donde se aprobó.
Por eso es que algunos personajes nacionales como el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador con su MORENA prometen que de llegar el 2018 revertirán todas las reformas estructurales de Enrique Peña Nieto, desde la Fiscal hasta la que tiene que ver con la evaluación.
He ahí la respuesta a todas las molestias del magisterio disidente, cambiar la Reforma Educativa implica cambiar el Poder Legislativo, es decir impulsar a otros diputados locales y federales diferentes a los que aprobaron tamaña agresión a los intereses de los maestros.
Sin embargo, este es el dato más lamentable: más del 85 por ciento del magisterio en las pasadas elecciones del 7 de junio, o votó por el PRI o emitió su voto apoyando a Nueva Alianza, aliado del tricolor, para llevar nuevamente más priístas al Congreso de la Unión y a la Cámara de Diputados local; entonces ¿Cómo echar abajo la Reforma Educativa, si se sigue apoyando a los mismos que la aprobaron?, en esto punto parece que no hay congruencia, porque se pudo haber dado marcha atrás simplemente quitándole la mayoría legislativa al PRI, pero se sigue apoyando al que dicen que es su ‘verdugo’.
En el Estado de México existen más de 104 mil maestros afiliados al SMSEM, alrededor de 70 mil maestros federales afiliados a las dos secciones del SNTE que son la 17 en el Valle de Toluca y la 36 en el Valle de México, por lo que mínimamente de estos docentes 130 mil apoyaron al PRI y a Nueva Alianza y en términos llanos son solo alrededor de 10 mil profesores los que están marchando para revertir la evaluación y sus consecuencias.
Así las cosas, solo se antojan dos caminos. El camino difícil que implica cambiar a los legisladores federales y locales para echar abajo la Reforma Educativa, para lo que se tendrán que esperar hasta el 2018, porque no tuvieron la visión de mostrar su descontento en las urnas el pasado 7 de junio.
Y segundo, el camino más difícil todavía de sacar a las calles a por lo menos 100 mil maestros mexiquenses que exijan al Poder Legislativo federal y local dar marcha atrás; porque el grito de 10 mil voces parece insuficiente tanto para el gobierno como para los legisladores que no tienen la intención de dar marcha atrás, para ellos “palo dado ni Dios lo quita”, pero es posible que se repita.
La reflexión final nos lleva sin duda a pensar que pueden más los votos que las marchas, pero mientras no se cobre conciencia de la importancia que tiene el sufragio para todos los ámbitos de la vida estaremos pensando que apoyar a unos políticos para llegar al poder no tiene nada que ver con la solución de nuestros problemas más elementales ni resolver las mejoras al sistema de salud que padecemos, al sistema educativo donde nos formamos, el sistema de justicia al que recurrimos y a la seguridad que demandamos.