La abadía de Eloísa – De cómo fui convertida en Eloísa…

Por Paloma Cuevas R.

Es un placer saludarles. Hace un par de semanas comenzó nuestro diálogo, y he decidido que esta segunda entrega me llenaría de valor para contarles lo que me ocurrió hace dos años cuando de repente a mi perfil de Facebook comenzaron a llegar cantidades excesivas de solicitudes de amistad no requeridas de hombres con perfiles muy extraños.

Se supone que el algoritmo de Facebook nos lleva de la manita para que la gente con características “afines”, sea la que nos “descubra” cuando desea conocer a más gente, en un momento cualquiera me empezaron a llegar solicitudes de hombres, muchos hombres con características “nada similares” a las mías. Si he de ser completamente honesta nunca acepto en mis redes sociales a gente que no conozco, o que no tiene que ver con las cosas a las que me dedico. Me parece riesgoso y sin chiste meter a mi vida a desconocidos.

Sin embargo y por respeto, el procedimiento siempre es el mismo:

Digo “Hola, buenos días” – tardes o noches, acorde al horario de respuesta, – luego escribo “es un gusto saludarle” – no importa si la persona es joven, de mi edad o mayor, el pronombre usted brinda una barrera de alejamiento – y luego digo “¿de dónde nos conocemos?” ya que a pesar de tener buena memoria existe la posibilidad de conocer a alguien de manera incidental y que no sea memorable. Si la persona realmente me conoce pues la agrego, pero si no, qué caso tiene a menos que tenga un perfil sumamente interesante o que tenga a muchos de mis otros amigos, no tendría ningún caso. Mi tiempo libre es sumamente limitado, estoy en una edad en la que ya no tengo ganas de perder el tiempo con nada ni nadie que no me resulte altamente intrigante o interesante.

Mucha gente cuando recibe el protocolo antes mencionado evita contestar y es muy simple, se borra la solicitud y punto, pero  ¿qué sucede cuando la respuesta es un “hola mi reyna” – sí así con “y” – “pues no nos conocemos, pero te quiero conocer, te escribo por tu perfil en *Buscando el amor.com / ligaditos.com / hastaqueteconocí.com*” – o cualquier jalada cursi que se les ocurra, nombre de página para ligar. – Evidentemente ante una respuesta así, uno de inmediato se queda en shock. No entro a ese tipo de páginas, no tengo tiempo en muchas ocasiones ni para dormir, menos para andarlo utilizando en ese tipo de cosas. El chiste es que decidí darme a la tarea de entender qué diablos era lo que ocurría. Así que al próximo individuo que decidiera enviar solicitud le iba a preguntar todito.

Sucedió al día siguiente, llegó un tal “Luis Miguel” – así nomás con nombre de ídolo de las multitudes y con peor ortografía aún, cosa que me revuelve el estómago – y dijo: “ola, chikita” contesté con el consabido orden: “Hola, buenas tardes. ¡Qué gusto saludarle! ¿De dónde nos conocemos?”, la respuesta fue inmediata: “cómo que de dónde, chikita? Anoche estuvimos platicando en ligaditos.com y me “dijistes”  que te contactara aquí en tu Facebook, Eloísa”.

Eloísa, así con negritas y en itálicas, Eloísa, es un nombre que jamás se me hubiera ocurrido, como nickname. Solamente conozco a dos personas con ese nombre, una de ellas madre de uno de mis alumnos, la otra Eloísa tocaya y amiga de la primera, y así estuve un buen rato, divagando ante la situación de que alguien había robado fotografías mías, de mi Facebook y mi Instagram, el cual por cierto estaba entonces  como cuenta privada – lo cual quiere decir que era alguien que me conocía, o me conoce – pero además, ¿qué maldita necesidad de robarse fotos de alguien, crear un perfil falso, con un nombre falso y después todavía dar la liga del Facebook real de la persona? ¿Con qué torcido propósito? ¿Con qué intención?

Primero me sentí muy molesta, triste, enojada y un montón de emociones que seguramente ahora han sido diluidas, después decidí hacer algo al respecto, así que seguí la plática de *Luis Miguel – sobra decir que ese no es su nombre real – y ahí me contó de toooooooooodo lo que platicamos. A pesar de su pésima ortografía Luis Miguel demostró ser una persona sensible y al platicarle cuál era la verdadera situación, lo comprendió muy bien y accedió a continuar platicando con la suplantadora de mi persona y mandarme las capturas de pantalla, para tratar de descubrir “a la desgraciada”…

Obviamente fue mucho más difícil de lo que cualquiera habría imaginado, se lo conté a mi familia y mi hermano se puso en contacto con la policía cibernética que tomó acciones inmediatas y protegió mi información.

La vulnerabilidad de la realidad y la inmediatez, me ha vuelto mucho más precavida, si es que antes no lo era, además aprendí que no siempre quien se dice amigo lo es. La persona que lo hizo está plenamente identificada y me divierte mucho ver su actitud hipócrita.

Dicen por ahí: “mantén a tus amigos cerca y a tus enemigos más”.

El nombre de esta columna surgió de esta experiencia que me enojaba, y honestamente también violentaba y de la presentación de un libro maravilloso que les recomiendo muy ampliamente Anticitera, instrumento dentado de Aura García Junco, -Fondo Editorial Tierra Adentro – quien retoma el maravilloso relato de Pedro Abelardo y su amadísima Eloísa, la hermosa, joven, virtuosa e inteligentísima mujer por la que estuvo dispuesto a arriesgar su carrera y la vida.

Decidí entonces que Eloísa me acompañará para siempre, será parte de mí y yo de ella. Agradeceré a aquella “amistad” que tuvo a bien revelarme una belleza para mí desconocida y el convertirme en la Eloísa de muchos, tantos que las terapias de incremento de autoestima y otros temas dejaron de ser necesarias.

Nadie sabe para quién trabaja. En la próxima entrega la verdadera historia de Eloísa y el objeto de su amor, afecto y deseo…